Voy a delegar… pero sólo a medias

Hace unas semanas tuve la gran suerte de acompañar a Xavier Quesada y a Ángel Díaz Maroto en un CSPO en Madrid. Uno de los temas que surgieron durante los dos días de curso fue «¿Cómo delegamos?». No es algo que estuviera planificado, simplemente surgió. Cuando delegamos alguna de nuestras responsabilidades en otra persona, ¿lo hacemos de verdad? ¿Confiamos ciegamente en su criterio? ¿Aceptamos sus decisiones?

No hagas las cosas

Una de las frases que más me repito en mi día a día es «Tu trabajo consiste no en hacer las cosas, sino en hacer que sucedan, y sin que se note tu mano». Dentro de las corrientes nuevas de management se apuesta, cada vez con más energía y determinación, por seguir esta corriente: no ejecutes, ayuda a los demás a que lo hagan. Y ahí entra en juego, quizá como acción más importante, la forma en que delegamos esas acciones.

Hagamos un pequeño ejercicio: situate a un mes vista. Es 27 de mayo de 2013. En este mes, has delegado algo en alguien. ¿Qué es ese algo? Piénsalo detenidamente, visualízalo. Genial. ¿Ha cumplido tus expectativas? Bien, ahora volvamos a reflexionar. ¿De verdad tiene que cumplir tus expectativas?

Quién genera las expectativas

Cuando decidimos delegar en alguien, pueden movernos distintas razones, como el aprendizaje, buscar un compañero de batalla, liberarnos de una responsabilidad en favor de otra, etc. Pero hay algo que siempre se repite: la confianza. Si delego en alguien en quien no confío, mal lo llevo.

Sin embargo, ofrecer nuestra plena confianza es un trabajo duro, muy duro.» ¿Y si esa persona comete un error? Bueno, vuelvo a tomar yo las riendas y solucionado».  ¿Estamos seguros de que esta es la mejor manera de hacerlo? ¿Cómo se sentirá esa persona que ha disfrutado de un minuto de gloria?

Sí, esa persona que ha sentido la responsabilidad de hacer parte de nuestro trabajo, esa persona que ha estado más preocupada en satisfacer nuestras expectativas que en dar lo mejor de sí misma. Quizá su punto de vista sea distinto, y quizá eso nos dé una perspectiva nueva que enriquezca la experiencia. Y, quizá, nunca seamos capaces de sacar lo mejor de esa persona por el mero hecho de no permitirle generar sus propias expectativas.

Si delego, delego

Las medias tintas nunca han sido buenas compañeras de viaje. Y, a la hora de delegar, nos encanta jugar con ellas. ¿Qué significa en realidad delegar?

Una de las grandes responsabilidades de un Product Owner en Scrum es ser, de verdad, un auténtico dueño de producto, es decir, partir el bacalao. Necesita tener el espacio suficiente para tomar las decisiones necesarias en cuanto a cómo se construye el producto del que es dueño. Y aquí viene la gran pregunta: ¿dejamos al Product Owner el espacio necesario?

Gran parte de esta respuesta tiene que ver con el topic de este post. ¿De verdad somos capaces de delegar toda la responsabilidad necesaria y suficiente en el dueño de producto? ¿O delegamos los marrones, el trabajo que no queremos hacer?

Acerca de juanmagomez

Acerca de mí tengo un teléfono, mi portátil, el ipad y esas cosas.

Publicado el abril 27, 2013 en Agile, Coaching, Scrum. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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